domingo, 20 de abril de 2008

Pregunta de examen

Para este mes en mi clase de Teorías de la Comunicación Masiva II, el profe Paco Prieto nos acercó textos de investigadores como Daniel Prieto Castillo, Fernando Reyes Matta, Diego Portales, Máximo Simpson y Claudio Aguirre-Bianchi. Revisamos el tema de la Comunicación Alternativa, por lo que una de las preguntas de examen fue:

¿Puede considerarse alternativo un discurso autoritario de izquierda?

Y contesté: Yo reconsideraría el planteamiento de la pregunta y la reescribiría de la siguiente manera "¿Puede considerarse autoritario un discurso alternativo de izquierda?". Asumiendo las causas que tienen al país en la situación en la que éste se encuentra, ¿qué es más autoritario que el discurso hegemónico del juego de buenos y malos, ricos y pobres o pacíficos contra violentos? En la realidad actual de la política mexicana, la izquierda —sea cual sea— es sinónimo de rijosidad, inestabilidad, violencia callejera, un peligro para México. ¿Qué es más autoritario que dos gigantescos fraudes electorales, represión social, violación sistemática de los derechos humanos, componendas judiciales para exonerar delitos del más alto nivel, represión y censura, asesinatos y un permanente modus operandi basado en la simulación? Cuando las instituciones sólo le sirven a la minoría oligárquica —que monopoliza el interés público y lo privatiza a su favor— no queda más que procurar ejercer métodos alternativos para allegarse de vías para la construcción del poder. Cuando esto ocurre, es tiempo de reevaluar el arreglo institucional y considerar la pertinencia de su función y estructura. Ante el verdadero autoritarismo, proveniente del régimen, las minorías —cuya representación política es aplastada por medio de todas las vías imaginables— no deben quedarse calladas. Quizás en este país estemos acostumbrados a la lucha autoritaria como vía única para dignificar causas y conseguir objetivos específicos. Tal vez por eso detectemos autoritarismo en cualquier viso de alternativa política.

miércoles, 16 de abril de 2008

Papel periódico

El semestre pasado en clase de Teoría del Periodismo discutíamos sobre el devenir de la prensa escrita. Decíamos que aunque el futuro se leerá en pantallas y no en papel, los diarios impresos no desaparecerán. El tema salió después de ver The Media Revolution.



El mundo de los medios se está reconfigurando, pero la realidad del diarismo responde a una dinámica particular. Japón imprime los cinco diarios con mayor tiraje en el mundo. Poco más de 50 millones de ejemplares salen de los talleres a las calles japonesas. Aunque en México los cifras son harto distintas, el panorama global es alentador para los periódicos.

En un texto llamado Mediamorfosis de su columna en Milenio diario, Luis Miguel González dice:
"En los próximos diez años la edición impresa seguirá siendo la principal fuente de ingresos de los periódicos. News Media es un caso paradigmático. Es un conglomerado de 57 periódicos. Ha invertido 500 millones de dólares en proyectos de tinta y papel de 2005 a la fecha. Su CEO proyecta que para 2012, cuando menos, dos tercios de sus ingresos provendrán del papel".


Publimetro, El Gráfico, Esto, La Prensa, Metro, Récord, Ovaciones, Reforma, El Universal, La Jornada, Milenio y Excélsior; todos juntos no alcanzan ni el millón y medio de ejemplares impresos al día. ¿Pero qué tal los raitings de la televisión?

martes, 15 de abril de 2008

La montaña rusa de Iván

Primero fueron los cuestionamientos en torno a su nombramiento como secretario de Gobernación, por aquello de no cumplir el requisito constitucional de nacionalidad. A Juan Camilo lo treparon al carrito y empezó el recorrido con un subidón al desprestigio.

Ya sonaba desde antes, como el hombre fuerte del presidente. Tras su llegada al ministerio del interior se confirmaba su poder, al convertirse -oficialmente- en el segundo de abordo del gobierno y obvia fuerte carta hacia la candidatura de Acción Nacional para las elecciones presidenciales de 2012.

Desde su puesto anterior -como Jefe de la Oficina de la Presidencia- nunca imaginó el escándalo que su nuevo cargo le significaría a la administración de su jefe y padrino político Felipe Calderón.

Los ánimos de la pugna por su nacionalidad se apaciguaron. Corta bajadita, no tan empinada. Otras noticias como la elección de candidatos presidenciales en EU, distrajeron a los medios y la opinión pública. La guerra contra el narcotráfico, el bombazo de Chapultepec, la marcha campesina y otros temas atrajeron las miradas de prensa y público.

De repente, AMLO y sus huestes dieron a conocer una serie de documentos de PEMEX, firmados por el flamante chico super poderoso, en los que fungía como juez y parte. Al tiempo que era funcionario público -ocupando la subsecretaría de Energía bajo las órdenes del entonces Secretario Calderón, así como la secretaría de la Comisión de Energía en la LIX legislatura de la Cámara de Diputados -signó convenios y contratos entre las empresas de su familia y la paraestatal. Aferrado a su pobre defensa pública, cayó en picada.

El affairse Mouriño estuvo en boga durante muchas semanas, mientras la oposición iba ganando terreno en la discusión contra la posible iniciativa de reforma energética que presentaría el gobierno y los supuestos fines privatizadores de ésta.

En su nivel más crítico y al borde de la asfixia política, Iván tomó un gran respiro gracias al oxígeno que le dejó el desplazamiento de la atención mediática hacia la disputa interna en el PRD. También, el bombardeo del ejército colombiano a las FARC en territorio ecuatoriano -donde murieron 4 mexicanos y sobrevivió una estudiante de la UNAM- atrajo la atención nacional durante varios días. De nuevo, con un perfil relativamente bajo, el titular de Bucareli pudo sortear momentáneamente el escándalo, mas no se libró en definitiva.

Ahora, el caso Mouriño yace bajo dos sucesos que tienen paralizada a la política nacional. No sólo Encinas y Ortega hicieron olvidar a Juan Camilo, sino que la discusión en torno a la reforma energética, las movilizaciones de López Obrador y la toma de las dos cámaras del Congreso de la semana pasada, mandaron al archivo el tema del conflicto de intereses del nobel político madrileño.

La discusión está frenada. La parálisis legislativa se superó y ambas cámaras sesionaron hoy en sedes alternas. Ahora el debate es de números: 120 vs 50 días. Cuatro meses contra poco menos de dos. Pero entre días, sedes, protestas, albazos, ayunos, fast tracks, mítines, negociaciones y discursos, parece que las adelitas son ahora el foco de críticas de los exaltados incendiarios de la democracia liberal. De Mouriño ni quién se acuerde.

El paseo ni lo despeinó. Subió y bajó de la montaña, ni se mareó. ¿Habrá alguien en esta feria que lo vuelva a subir a los rieles? El problema es que todos están arriba. Muchos andan a media vuelta y de cabeza. Cuidado que hay quienes a medio bajón vomitan... y salpican.

viernes, 11 de abril de 2008

Congreso clausurado

Hoy amanecimos con una misma noticia en todos los titulares de las portadas de los principales diarios de circulación nacional. Cada uno a su manera, plasma en primera plana la forma de ver el mismo acontecimiento. Este hecho deja suficientes elementos para un análisis profundo sobre la forma en que las diferentes redacciones y equipos editoriales cabecean las notas de sus rotativos. Tomando partido, reclamando, exhibiendo, informando, calificando, adjetivando. La construcción de la noticia permite todas estas prácticas periodísticas. Enhorabuena por este establecimiento de posturas.

Dejando de lado el alarmismo y el clima de polarización y encono político, me atrevo a pensar que hemos escalado a un nivel más crítico de la discusión pública. Los hechos como los de ayer en Xicoténcatl y en San Lázaro son parte de la disputa política. Legítima o no, esta fase representa -periodísticamente- un momento histórico en nuestro país. Las pasiones se desnudan, los encarnizadamente incendiarios están de fiesta.

De plano, ayer disfruté el noticiero de López Dóriga. Entró la emisión a las 10:30 en punto (ayer, la novela Alma de Hierro sí terminó a su debida hora) y comenzó con una muy buena crónica de los hechos. Con poco más de 20 minutos corridos, sin ir a pausa comercial y con una editorialización excelsa de la noticia, el equipo de Televisa nos dio una muestra de su manera de operar. Mover sentimientos, generar odios y amores, sensacionalizar y mover a la acción. Hablar por los demás, creerse el portavoz del grueso de la sociedad, sentirse dueños de la opinión pública y confundirla sistemáticamente con la opinión publicada.

Ayer parecía que estaba viendo un canal de un país en guerra civil. No porque haya estado en uno, pero claro que lo que escuchaba salir de la boca de Joaquín me producía una especie de miedo. No por lo que reprochaba la empresa de Azcárraga, sino por la realidad que nos quieren platicar.

Hay que informarse. Leer revistas, prensa todos los días, escuchar los noticieros de radio, navegar en la red y claro, ver televisión. Socializar la información. Platicar con amigos, familiares y compañeros de trabajo o escuela. Hay que sentir la realidad e interpretarla individualmente.

Mismo clima que hace 22 meses. No por el calor, que en el DF ha llegado a los 29°, sino por la incertidumbre social y la permanente batalla político-mediática.

Venga de nuevo... El regreso pujante y enjundioso de la Opinocracia. Aquella que con sus confesiones presume que el golpe de Estado nos alcanzó.

La cereza en el pastel es el comentario de Enrique Krauze en "En la opinión de".

Bueno, y mientras tanto, vamos a ponernos interactivos con esta preguntita. Si fueras editor de un gran periódico, ¿cómo hubieras redactado la cabeza de la nota principal?